martes, 11 de diciembre de 2012

Marguerite de Valois (1553 - 1615)


Ha transcurrido un año desde mi última entrada y dudo aún sobre cómo abordar las memorias de Marguerite.  Quizás lo mejor sea empezar por el principio y hacer un primer intento para entender cómo podría sentirse esa niña de unos diez años que ha quedado prematuramente huérfana de padre y cuya madre, la esforzada y terrible Catalina de Médicis, no le presta mucha atención, pues bastante pena tiene con luchar diariamente a brazo partido para controlar a sus hijos varones todavía inmaduros y conseguir que se mantengan sucesivamente en el trono de Francia en un contexto de constantes intrigas cortesanas y tensión religiosa por la difusión de ideas protestantes, tensión que culminará en la espantosa masacre de San Bartolomé y teñirá de sangre la boda de Marguerite con Enrique de Navarra.

Puedo imaginar a esa niña de aspecto inteligente del retrato de Clouet y aficionada a la lectura aferrándose celosa y fieramente a su más preciado tesoro, algún libro de horas bellamente iluminado y del que su hermano Anjou, influenciado por las nuevas tendencias y aprendiz de Maquiavelo en prácticas dispuesto a todo con tal de contrariar a su madre y fastidiar a su hermana, ha arrancado algunas páginas que ha echado al fuego.