jueves, 25 de junio de 2009

Los poemas de la abuela

Al ordenar mi disco duro he encontrado una carpeta que contiene fragmentos del diario de la abuela, cuya afición a recitar y componer poemas era notable. Visto en perspectiva, me parece increíble que pudiera criar seis hijos, cocinar cada fin de semana canelones para veinte personas o más y, simultáneamente, mantenerse al día de todas las novedades literarias y de la evolución de la liga de fútbol. De hecho, yo atribuyo poderes prácticamente sobrehumanos a esa generación nacida en la segunda década del siglo XX.

Lorca, Guillén, Maragall, Verdaguer y Carner eran sus poetas favoritos. Era muy devota y, sorprendentemente, el día de mi primera comunión me regaló un precioso libro sobre la revolución francesa. Está claro que, para ella, no había ningún contrasentido entre ambos hechos. Insistió con énfasis en que la revolución francesa era muy importante. Y Goethe también, dijo contundentemente: hay que leer a Goethe. Se me quedó grabadísimo. También me instó a leer a Proust y las cartas de Mme. de Sévigné. Evidentemente, sus recomendaciones no eran cualquier cosa.

Solía andar recitando versos de sus poetas preferidos o escribirlos ella misma con motivo de eventos diversos. Se le ocurrió componer uno con ocasión de la compra de mi primer piso y tengo una foto en la que aparece en mi saloncito en pleno trance rapsoda-inaugural. Lamento muchísimo haber perdido el manuscrito -quizás aparezca algún día en un cajón-, pero conservo este poema que transcribió a su diario con motivo de la pérdida y posterior recuperación de un colgante.

Me gusta. Son alegres versos con reminiscencias carnerianas. Es una lástima que ya no esté en este mundo, porque era todo un personaje. Apuesto a que tendría un blog de lo más divertido.

He aquí la poesía que he encontrado.


He perdut un elefant

Elefant petit daurat.
Com podria retrobar-te?
Perquè t’hauràs amagat,
jo no em canso de buscar-te,
i em resulta un embolic
un desconsol i un fatic,
i no paro de cercar-te,
petit elefant daurat.

És que potser t’has cansat
d’ornamentar el meu escot?
Com m’agradava portar-te!
Tu que feies tan bonic,
penjat i bellugadís,
una mica prop del cor.
Ara et duc en el record,
petit elefant daurat.

En un estoig, ben penjat,
d’un bonic aparador
lluent i molt solitari,
un elefant molt petit
em retornava el record;
Ara que ja t’he trobat
no et voldria perdre més,
petit elefant daurat.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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